sábado, 28 de mayo de 2016

Adiós, "pae"

Hace como trece años que Mons. Asenjo me encargó la tarea de asumir la responsabilidad de la programación religiosa local de COPE. A partir de ese momento, ya sea en un lugar o en otro, he estado de alguna manera vinculado a la tarea de los medios de comunicación en Córdoba. En estos años, he conocido a muchas y maravillosas personas de las que he aprendido muchísimo.

Con el tiempo, la relación profesional fue dando paso a una amistad verdadera. En todos he encontrado afecto sincero en el plano humano y respeto a mi tarea como sacerdote. Por ello, he vivido con tristeza la marcha de bastantes periodistas, técnicos, comerciales, por culpa de una crisis que priva a la sociedad de un ejército de valientes dispuestos a hacer valer la verdad. Igualmente, he visto marchar con alegría a otros como Charo Gutiérrez, Fernando del Valle, Juan Narbona, Antonio Hernando, ya sea porque asumían retos mayores o porque alcanzaban la jubilación. Finalmente, el hasta ahora director de este periódico, Luis P. Bustamante, también toma la senda de un alto desafío que le lleva a tierras onubenses.

El amigo “Tuto”, como profesional, reúne a mi parecer tres requisitos fundamentales: la Sinceridad, un quehacer impulsado por la fidelidad a la conciencia, reflejar lo que sinceramente cree y piensa; la Honestidad, con su pluma y manejo del lenguaje nos persuade hasta el extremo de que  el contenido termine calando en el interior; la Veracidad, jamás, por muy certera que fuere su intuición sobre algo, no pone negro sobre blanco sin antes haber contrastado debidamente. A esto se le une su juventud, valentía… y, en ocasiones, ganas de tocar las narices. El resultado era un buen trabajo y un extraordinario servicio a la sociedad y a nuestra ciudad. Como a él siempre le gusta decir: “mi periódico marca la agenda”.


En el ámbito personal, echaré mucho de menos esa llamada de teléfono y escuchar: “¿qué tal estas, pae?”, “¿cómo van las cosas, hermano en Cristo?” Vuela un amigo con el que he vivido momentos extraordinarios junto a su esposa Carmen y sus hijos. Añoraré esas largas conversaciones en la barra de un bar, nuestras diatribas teológicas y filosóficas, riñas, enfados y algún que otro combate. En tanto nos llegue otra vez Jerusalén, camina allí donde el Guadalquivir termina su tránsito, a una orilla tu patria chica y a la otra  aroma a marismas que te llevan al cálido abrazo de la Blanca Paloma. Ella cuidará de vosotros y te bendecirá en esta nueva aventura. Adiós “pae”.

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