martes, 10 de mayo de 2016

Y el cielo llora

El cielo llora y los corazones de los rocieros se robustece. Duro es el peregrinar de la vida, más duro se hace cuando se han de vencer las hostilidades e impedimentos ajenos a tu voluntad. El superar la adversidad con trabajo, sacrificio, compañerismo y camaradería, y ante todo con una profunda y recia fe, la Virgen bien bendice esos corazones.

Rocieros fatigados, rostros que dibujan el rigor del día y la gélida noche. Pero en el amanecer, cuando el cielo más llora porque los ángeles no quieren perderse la noche de Pentecostés, las almas rocieras arden de alegría y entusiasmo porque ya esta cerca la hora de contemplar la mirada de la Divina Pastora, y así dar gracias por una vida de ternura y amparo de la excelsa Señora.

Elevemos, en esta lluviosa mañana en la aldea del Rocío y en los caminos que llevan a la fuente del divino Pastorcito, una plegaria por todos los peregrinos que están ofreciendo este sacrificio en voto o promesa, en acción de gracias o implorando la misericordia y piedad de nuestro Redentor.


Hagamos que sientan el calor y el cobijo de todos los que desde lejos les seguimos con devoción y gratitud porque en sus espaldas cargan nuestras oraciones a la Blanca Paloma.

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