lunes, 9 de mayo de 2016

Me enamoró tu mirada

Desde el día en que te vi, me enamoró tu mirada
en mi corazón sentí un revuelo de campanas.
Y desde entonces te pido que me vuelvas a mirar,
como lo hiciste Rocío en aquella madrugá.


La letra de esta sevillana, bien responde a aquellos que me preguntan por qué voy la Rocío. Aquella madrugá, no sólo física, sino una larga y oscura noche tornó en alegre y esperanzador rocío alumbrado por el Sol de justicia que la Divina Pastora sostenía en su cálidas y tiernas manos. Un amanecer impregnado del aroma que desprende la Rosa escogida que florece en las marismas.

Bendito aquel cirineo que me llevó hasta las plantas de la Divina Señora, que en compañía de los mejores amigos, familia en la fe, me levantaron de la postración y con sus cantos y oraciones lavaron mis ojos y esponjaron el corazón. Despertar del letargo y comenzar a caminar con la ilusión y la frescura del amor primero.

Mirar a la Madre de Dios, dejarse mirar por Ella hace que todo cambie. Un revuelo de campanas comienza a tronar y tu garganta arde vociferando vivas y cantos de acción de gracias. Por eso, cada día, desde el amanecer hasta el anochecer busco encontrar esa mirada de la que me enamoré y me sentí salvo.


Vuelvo al Rocío, en compañía de mi familia de Ajolí unidos por nuestro amor a la Blanca Paloma y por el vínculo de la oración constante. En la espera del día más grande, tenemos muy presentes a los que van de camino  con su Hermandad peregrinando en estos días inclementes; por los que este año desde la lejanía contemplan a la divina Señora a través de nuestros ojos; y por aquellos que ya gozan de la presencia eterna de la Reina enjoyada con oro de ofir.

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