viernes, 6 de mayo de 2016

Nos vamos de cruces

Decimos adiós a un mes de abril que ha dejado un poquito de agua sin hacer mérito al dicho de “en abril aguas mil”, y nuestros campos y pantanos no han hecho acopio de reservas. Comenzamos un mes de mayo que, para la gran mayoría de los ciudadanos, en su primer día, tiene un carácter reivindicativo en el ámbito social y laboral a favor de los trabajadores. Una jornada que instituye el Congreso socialista de la Segun
da Internacional celebrado en París en 1889 en homenaje a aquellos que fueron ejecutados por defender la jornada laboral de 8 horas en EEUU, Chicago, en la huelga iniciada el 1 de mayo de 1886. También, con un carácter más dulce y tierno, en este mes celebramos el día de la Madre que, por cierto, no es un invento del Corte Inglés, sino que hunde sus raíces en la antigua Grecia, y que en época contemporánea adquiere su mayor impulso en EEUU en 1914.

Igualmente, en muchos países latinoamericanos y, cómo no, en España, celebramos la fiesta de la Cruz; aunque, litúrgicamente, la Iglesia la conmemora el 14 de septiembre bajo el nombre de “Exaltación de la Cruz”. Parece ser que esta fiesta tiene raíces precristianas. Pero para nosotros, alcanza su origen en la visión que tiene Constantino cuando se enfrenta a orillas del Danubio al ejército bárbaro. Contempla en el cielo la Cruz de Cristo y sobre ella una frase: “In hoc signo vincis”, “con esta señal vencerás”. Tras la victoria manda a su madre, Santa Elena, traer de Jerusalén la Cruz de Cristo y todo aquel que la tocaba quedaba sanado de su enfermedad. Santa Elena murió pidiendo a los creyentes que conmemoraran el día en que fue encontrada la Cruz.

Para los cristianos, la Cruz es signo de victoria y de alegría, de pertenencia a un pueblo que está convocado a la vida, una vida que tiene vocación de eternidad. Por eso, en el tiempo de la Pascua en el que celebramos la victoria de Cristo sobre la muerte, a la espera de la venida del Espíritu Santo, y al amparo de la Madre de Dios, nosotros celebramos con algarabía, cantos exultantes, bailes… la VIDA. Decía nuestro obispo en una carta pastoral, mayo de 2013, que “las cruces de mayo son la exuberancia de la Cruz del Señor, que ha florecido con la primavera. En la Cruz está Jesús que ama y se entrega, está su sangre que se derrama. De la Cruz brotan las flores, porque Cristo ha saldado nuestras deudas, nos ha abierto las puertas del cielo, nos ha hecho hermanos unos de otros. La señal del cristiano es la Santa Cruz. La cruz de mayo es la Cruz florida y hermosa”.


Por lo tanto, en el sano y justo gozo, nos vamos de cruces.

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