miércoles, 31 de julio de 2013

Lealtad

Hace unos días alguien habló largo rato conmigo sobre su trabajo,  en el fondo de la conversación estaba el deseo de transmitirme la necesidad que tenía de que las personas que con él trabajan le profesaran lealtad. Entonces, además de reconocerle la importancia que esto tenía para que pudiera desempeñar la misión que le habían encargado, decidí, cuando se marchó, ir al diccionario de la Real Academia para recordar este concepto, porque en muchas ocasiones pedimos algo que no sabemos qué es.

Busqué el concepto lealtad y dice: "Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y del honor y hombría de bien", y en una segunda acepción: "Amor o gratitud que muestran al hombre algunos animales". No contento, me decidí a mirar la palabra fidelidad y dice: "Lealtad, observancia de la fe que alguien debe a otra persona", y también "puntualidad, exactitud en la ejecución de algo". Aún me quedaba el término honor, y dice entre muchas acepciones: "Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo", y como locución verbal: "demostrar ser digno de algo (hacer honor a su nombre". Y finalmente busco hombría de bien, y dice: "entereza, valor".

Tras esta escaramuza por el diccionario pienso que la lealtad no es algo que podamos imponer como una exigencia, es algo que uno se gana en el día a día sabiendo confiar en los demás. Esa confianza suscitará en el otro, que es noble de corazón, responder con sus pensamientos y obrar con fidelidad y honor, haciendo valer que merece ser sujeto de tu confianza y siempre actuará con nobleza, entereza y valor ante cualquier situación y buscará siempre el bien y lo mejor para aquél que depositó en él su favor;  pero el que no es noble de corazón, aprovechará esa confianza para satisfacer las intenciones más viles que alberga en su interior, huirá ante el conflicto, no actuará con rectitud, nobleza, decencia y dignidad; su fragilidad y debilidad le llevará a proceder con prepotencia con los subalternos e intentará derrocar siempre aquél quien confió en éste para la misión.

Cómo saber quién es leal, pues es muy difícil. Mi experiencia me dice que sólo el tiempo y los hechos -si no estás muy ciego- te permitirán descubrirlo, porque el noble siempre actúa en verdad, y el desleal disfraza la mentira de verdad convencido de que procede honestamente. Confiar siempre es un riesgo, pero también es una aventura que nos permite caminar, y sin este acto hacia el prójimo la sociedad misma estaría abocada al fracaso.

martes, 30 de julio de 2013

Un año difícil. Una breve reflexión

Tras los últimos acontecimientos vividos estos meses y ante el periodo de vacaciones, quiero compartir con todos vosotros, los amigos que habéis estado rezando por mí, una palabra de agradecimiento.

De todos es sabido, que en estos veinte años de ministerio he estado vinculado de un modo u otro a los colegios de la Trinidad -profesor, capellán, titular-, compaginándolo como formador del Seminario Menor en los primeros años, luego con la responsabilidad de la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación, la Parroquia... y aquellas otras tareas que iba aceptando como la vicepresidencia regional de Escuelas Católicas. En fin, mi pasión e ilusión era y es el mundo de la educación, y tan grande es que  puse todo aquello de lo que soy capaz en el proyecto de crear la Fundación Diocesana de Enseñanza, que a la postra he tenido que dejar. Estoy convencido que la Escuela es un lugar único para llevar a cabo la tarea de la Evangelización.

Dejar esta misión no ha sido fácil. En otras ocasiones no he tenido pereza alguna en asumir unas tareas y dejar otras, siempre abierto a la voluntad del Señor que habla en la Iglesia. Esta vez, me ha supuesto mucho esfuerzo el cambio. Y lamento profundamente no haber sabido responder al Señor con la prontitud que debía, no he estado a la altura de ser ligero de equipaje y eso me lleva a pensar, si no me estaba apropiando de la misión encomendada y había perdido el sentido de que es Dios el dueño de la viña y que nosotros hemos de ser unos humildes viñadores.

Estos 20 años vinculados a la enseñanza han sido maravillosos. Con sus luces y sus sombras. Pero indudablemente, un tiempo de gracia, un pedazo de historia que me ha permito crecer como persona y como sacerdote. He aprendido muchísimo de todas aquellas personas que Dios ha puesto en mi camino,  que con tanta generosidad, paciencia y comprensión me han ayudado a desempeñar cada tarea que he ido realizando en esta preciosa comunidad educativa que le debe el ser a D. Antonio Gómez Aguilar, un santo sacerdote que supo en su momento leer los signos de los tiempos y estar abierto a la gracia de Dios que le empujó a poner en marcha esta maravillosa obra.

Soy consciente de que he cometido muchos errores, que quizás inconscientemente haya herido a alguien, a estos pedirles disculpas e implorar su perdón. También he tenido la cruz de las grandes dificultades que hemos tenido que superar, las adversidades a las que nos hemos tenido que enfrentar para poder mantener esta obra que está a punto de cumplir sus 50 años. Demasiados sinsabores y malos ratos, pero la cruz más dolorosa es la que te infligen las personas más cercanas y en las que habías depositado tu confianza, que en un afán de poder desmedido, son capaces de poner entredicho tu dignidad. Igualmente doloroso, aquellas otras personas que suelen mantener una equidistancia y que buscan tu compañía mientras les sirves y cuando piensan que ya no pueden esperar nada más de ti se alejan olvidando que algún día te conocieron, o peor aún, quienes dicen estar contigo pero su corazón hace tiempo que palpita en otro lugar.

Pero no me quedo con eso, de esa cruz queda ya un susurro que se pierde en mi memoria. Pero si crece con fuerza la alegría de la amistad, de aquellos que confiaron en ti y que te apoyan y que junto con la gracia del Espíritu son el motivo para mirar con sentido de la esperanza y gratitud cada amanecer. Cómo dar gracias por aquellos que como María, María Magadalena, Juan estuvieron al pie de la cruz. No hay tiempo, espacio ni palabras para expresar tanto amor. Ellos son los que me han ayudado a recuperar la alegría y la ilusión y tomar conciencia de mi propia vocación y no hundirme en la desolación ni el desánimo que es donde el demonio nos quiere poner, más bien a confiar en la Madre de Dios, madre de los sacerdotes, y alegrarse de tener la oportunidad de vivir la cruz. Así, uno puede experimentar en sus propias carnes que del leño seco brota la vida y alcanza sentido la existencia.

Seguiré poniendo en la oración de cada día y en la celebración de la Eucaristía esta bendita obra de la acción educativa, a todos los alumnos que son el don más preciado y que abren su corazón para que los educadores comiencen a dibujar en su alma los cimientos sobre los que labrarán su futuro; a los padres, profesores y personal de administración y servicios, que tienen ante sí la grave tarea de acompañar a los chicos, desde la tierna infancia hasta la aguerrida juventud, en el proceso y desarrollo humano y cristiano. Y a todos, jamás olviden educar en el amor y la justicia, sólo esto cambiará y transformará la sociedad del mañana.

Y este cura, caminará con gozo y entusiasmo en esta nueva etapa poniendo toda la carne en el asador. Ya sabéis que no me gustan las medias tintas. Seguiré sirviendo en la Parroquia de la Trinidad y en las Residencias de la Obra Pía, y procuraré esforzarme en ser el pastor que el Señor quiere y lucharé por realizar mi sueño. Y en este humilde rincón de la Iglesia servir y servir hasta que nos digan a dónde ir... y así, hasta que llegue el atardecer en el que sea examinado en el amor, como decía San Juan de la Cruz. Sólo pido no sucumbir y caminar, caminar, caminar.... como dicen: Dios dirá y ya veremos.

sábado, 27 de julio de 2013

Homilía del Papa a los Obispos, Sacerdotes y Religiosos y Religiosas y Seminaristas


Estoy muy ilusionado con estas palabras, es un aire fresco que remueve el interior. Hace 20 años que soy sacerdote, y leer esta homilía me anima a recuperar la frescura del primer momento, ese sueño de imitar al Buen Pastor con desparpajo, espontaneidad y sin miedos ni complejos. No atado a las estructuras que encierran el Espíritu.
Queridos hermanos en Cristo,
Al ver esta catedral llena de obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y religiosas de todo el mundo, pienso en las palabras del Salmo de la misa de hoy: «Oh Dios, que te alaben los pueblos» (Sal 66). Sí, estamos aquí para alabar al Señor, y lo hacemos reafirmando nuestra voluntad de ser instrumentos suyos, para que alaben a Dios no sólo algunos pueblos, sino todos. Con la misma parresia de Pablo y Bernabé, queremos anunciar el Evangelio a nuestros jóvenes para que encuentren a Cristo y se conviertan en constructores de un mundo más fraterno. En este sentido, quisiera reflexionar con ustedes sobre tres aspectos de nuestra vocación: llamados por Dios, llamados a anunciar el Evangelio, llamados a promover la cultura del encuentro.
1. Llamados por Dios. Creo que es importante reavivar siempre en nosotros este hecho, que a menudo damos por descontado entre tantos compromisos cotidianos: «No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes», dice Jesús (Jn 15,16). Es un caminar de nuevo hasta la fuente de nuestra llamada.  Por eso un obispo, un sacerdote, consagrado, una consagrada, un seminarista, no puede ser un desmemoriado. Pierde la referencia esencial al inicio de su camino. Pedir la gracia, pedirle a la Virgen que ella tiene una buena memoria, la gracia de ser memoriosos de ese primer llamado. Hemos sido llamados por Dios y llamados para permanecer con Jesús (cf. Mc 3,14), unidos a él. En realidad, este vivir este permanecer en Cristo marca todo lo que somos y lo que hacemos. Es precisamente «vida en Cristo» lo que garantiza nuestra eficacia apostólica y la fecundidad de nuestro servicio: «Soy yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero» (Jn 15,16). No es la creatividad por más pastoral que sea, no son los encuentros o las planificaciones lo que aseguran los frutos, si ven ayudan y mucho, sino que lo que asegura el fruto es ser fieles a Jesús, que nos dice con insistencia: «Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes» (Jn 15,4). Y sabemos muy bien lo que eso significa: contemplarlo, adorarlo y abrazarlo. En nuestro encuentro cotidiano con él, en la eucaristía,  nuestra vida de oración, nuestros momentos de adoración y también reconocerlo presente y abrazarlo en las personas más necesitadas. El «permanecer» con Cristo no significa aislarse, sino un permanecer para ir al encuentro de los otros. Quiero recordar algunas palabras de la beata Madre Teresa de Calcuta, dice así: «Debemos estar muy orgullosos de nuestra vocación, que nos da la oportunidad de servir a Cristo en los pobres. Es en las «favelas», en los «cantegriles», en las «villas miserias» donde hay que ir a buscar y servir a Cristo. Debemos ir a ellos como el sacerdote se acerca al altar: con alegría», hasta aquí la beata. (Mother Instructions, I, p. 80). Jesús es el Buen Pastor, es nuestro verdadero tesoro, por favor, no lo borremos de nuestra vida, enraicemos cada vez más nuestro corazón en él (cf. Lc 12,34).
2. Llamados a anunciar el Evangelio. Muchos de ustedes queridos obispos y sacerdotes, si no todos, han venido para acompañar a los jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud. También ellos han escuchado las palabras del mandato de Jesús: «Vayan, y hagan discípulos a todas las naciones » (cf.Mt 28,19). Nuestro compromiso de pastores es ayudarlos a que arda en su corazón el deseo de ser discípulos misioneros de Jesús. Ciertamente, muchos podrían sentirse un poco asustados ante esa invitación, pensando que ser misioneros significa necesariamente abandonar el país, la familia y los amigos. Dios quiere que seamos misioneros donde estamos, donde Él nos pone, en nuestra patria o donde Él nos ponga. Ayudemos a los jóvenes a darse cuenta de que ser discípulos misioneros es una consecuencia de ser bautizados, es parte esencial del ser cristiano, y que el primer lugar donde se ha de evangelizar es la propia casa, el ambiente de estudio o de trabajo, la familia y los amigos. Ayudemos a los jóvenes, pongámosle la oreja para escuchar sus ilusiones, necesitan ser escuchados, para escuchar sus logros, escuchar sus dificultades. Es estar sentado, escuchando quizá el mismo libreto pero con música diferente, con identidades diferentes. La paciencia de escuchar, eso se lo pido de todo corazón, en el confesionario, en la dirección espiritual, en el acompañamiento. Sepamos perder el tiempo con ellos. Sembrar cuesta y cansa, cansa muchísimo y es mucho más gratificantegozar de la cosecha, todos gozamos más  con la cosecha. Pero Jesús nos pide que sembremos en serio. 
No escatimemos esfuerzos en la formación de los jóvenes. San Pablo, dirigiéndose a sus cristianos, utiliza una expresión, que él hizo realidad en su vida: «Hijos míos, por quienes estoy sufriendo nuevamente los dolores del parto hasta que Cristo sea formado en ustedes» (Ga 4,19). Que también nosotros la hagamos realidad en nuestro ministerio. Ayudar a nuestros jóvenes a redescubrir el valor y la alegría de la fe, la alegría de ser amados personalmente por Dios, esto es muy difícil pero cuando un joven lo entiende, un joven lo siente con la unción que le da el Espíritu Santo, este ser amado personalmente por Dios, lo acompaña toda la vida después. La alegría que ha dado a su Hijo Jesús por nuestra salvación. Educarlos en la misión, salir a ponerse en marcha, a ser callejeros de la fe. Así hizo Jesús con sus discípulos: no los mantuvo pegados a él como una gallina con los pollitos; los envió. No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, en nuestra institución parroquial, en nuestra institución diocesana, cuando tantas personas están esperando el Evangelio. Salir, enviar. No es un simple abrir la puerta para que vengan, para acoger, sino salir por la puerta para buscar y encontrar. Empujemos a los jóvenes para que salgan. Por supuesto que van a ser 'bacanes' a veces. No tengamos miedo, los apóstoles la hicieron antes que nosotros. Empujémoslos a salir. Pensemos con decisión en la pastoral desde la periferia, comenzando por los que están más alejados, los que no suelen frecuentar la parroquia. Ellos son los invitado VIP, vayan al cruce de los caminos, andad a buscar.
Llamado por Jesús, llamado para evangelizar y tercero llamados a promover la cultura del encuentro. En muchos ambientes y en general en este humanismo economicista que se nos impuso en el mundo, se ha abierto paso una cultura de la exclusión, una «cultura del descarte». No hay lugar para el anciano ni para el hijo no deseado; no hay tiempo para detenerse con aquel pobre en la calle. A veces parece que, para algunos, las relaciones humanas están reguladas por dos «dogmas»: eficiencia y el pragmatismo. Queridos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y ustedes seminaristas que se preparan para el ministerio, tengan el valor de ir contracorriente de esta cultura. Tened el coraje. Acuérdense, a mi esto me hace bien y lo medito con frecuencia. Agarren el primer libro de los Macabeos. Acuérdense cuando quisieron ponerse a tono de la cultura de la época, "comamos de todo como toda la gente, bueno la ley sí pero que no sea tanto", y fueron dejando la fe para estar metidos en la corriente de esta cultura. Tengan el valor de ir contracorriente de esta cultura eficientista, de esta cultura del descarte. El encuentro y la acogida de todos, la solidaridad, que es una palabra que están escondiendo en esta cultura, casi una mala palabra; la solidaridad y la fraternidad, son los elementos que harán a nuestra civilización verdaderamente humana.
Ser servidores de la comunión y de la cultura del encuentro. Los quisiera casi obsesionados en este sentido.  Y hacerlo sin ser presuntuosos imponiendo «nuestra verdad». Más bien guiados por la certeza humilde y feliz de quien ha sido encontrado, alcanzado y transformado por la Verdad que es Cristo, y no puede dejar de proclamarla (cf. Lc 24,13-35).
Queridos hermanos y hermanas, estamos llamados por Dios, con nombre y apellido cada uno de nosotros,  llamados a anunciar el Evangelio y a promover con alegría la cultura del encuentro. La Virgen María es nuestro modelo. En su vida ha dado el «ejemplo de aquel amor de madre que debe animar a todos los que colaboran en la misión apostólica de la Iglesia para engendrar a los hombres a una vida nueva» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 65). Le pedimos que nos enseñe a encontrarnos cada día con Jesús. Y cuando nos hacemos los distraídos, que tenemos muchas cosas y el sagrario queda abandonado, que nos lleve de la mano, pidámoselo. "Mira Madres, cuando ando medio así por otro lado, llévame de la mano". Que nos empuje a salir al encuentro de tantos hermanos y hermanas que están en las periferias, que tienen sed de Dios y no hay quien se lo anuncie. Que no nos eche de casa, pero que nos empuje a salir de casa. Y así que seamos discípulos del Señor. Que ella nos conceda a todos esta gracia.

Discurso del Papa Francisco durate el Vía Crucis


Unas palabras para meditar y saborear en la oración.


Queridísimos jóvenes

Hemos venido hoy aquí para acompañar a Jesús a lo largo de su camino de dolor y de amor, el camino de la Cruz, que es uno de los momentos fuertes de la Jornada Mundial de la Juventud. Al concluir el Año Santo de la Redención, el beato Juan Pablo II quiso confiarles a ustedes, jóvenes, la Cruz diciéndoles: “Llévenla por el mundo como signo del amor de Jesús a la humanidad, y anuncien a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención” (Palabras al entregar la cruz del Año Santo a los jóvenes, 22 de abril de 1984: Insegnamenti VII,1 (1984), 1105).

Desde entonces, la Cruz ha recorrido todos los continentes y ha atravesado los más variados mundos de la existencia humana, quedando como impregnada de las situaciones vitales de tantos jóvenes que la han visto y la han llevado. Nadie puede tocar la Cruz de Jesús sin dejar en ella algo de sí mismo y sin llevar consigo algo de la cruz de Jesús a la propia vida. Esta tarde, acompañando al Señor, me gustaría que resonasen en sus corazones tres preguntas: ¿Qué han dejado ustedes en la Cruz, queridos jóvenes de Brasil, en estos dos años en los que ha recorrido su inmenso país? Y ¿qué ha dejado la Cruz en cada uno de ustedes? Y, finalmente, ¿qué nos enseña para nuestra vida esta Cruz?

1. Una antigua tradición de la Iglesia de Roma cuenta que el apóstol Pedro, saliendo de la ciudad para huir de la persecución de Nerón, vio que Jesús caminaba en dirección contraria y enseguida le preguntó: “Señor, ¿adónde vas?”. La respuesta de Jesús fue: “Voy a Roma para ser crucificado de nuevo”. En aquel momento, Pedro comprendió que tenía que seguir al Señor con valentía, hasta el final, pero entendió sobre todo que nunca estaba solo en el camino; con él estaba siempre aquel Jesús que lo había amado hasta morir en la Cruz. Miren, Jesús con su Cruz recorre nuestras calles para cargar con nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos, también los más profundos.

Con la Cruz, Jesús se une al silencio de las víctimas de la violencia, que no pueden ya gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; con ella, Jesús se une a las familias que se encuentran en dificultad, que lloran la pérdida de sus hijos, o que sufren al verlos víctimas de paraísos artificiales como la droga; con ella, Jesús se une a todas las personas que sufren hambre en un mundo que cada día tira toneladas de alimentos; con ella, Jesús se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas, o simplemente por el color de su piel; en ella, Jesús se une a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven egoísmo y corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio. En la Cruz de Cristo está el sufrimiento, el pecado del hombre, también el nuestro, y Él acoge todo con los brazos abiertos, carga sobre su espalda nuestras cruces y nos dice: ¡Ánimo! No la llevas tú solo. Yo la llevo contigo y yo he vencido a la muerte y he venido a darte esperanza, a darte vida (cf. Jn 3,16).

2. Y así podemos responder a la segunda pregunta: ¿Qué ha dejado la Cruz en los que la han visto, en los que la han tocado? ¿Qué deja en cada uno de nosotros? Deja un bien que nadie más nos puede dar: la certeza del amor indefectible de Dios por nosotros. Un amor tan grande que entra en nuestro pecado y lo perdona, entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo, entra también en la muerte para vencerla y salvarnos. En la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, su inmensa misericordia. Y es un amor del que podemos fiarnos, en el que podemos creer. Queridos jóvenes, fiémonos de Jesús, confiemos totalmente en Él (cf. Lumen fidei, 16). Sólo en Cristo muerto y resucitado encontramos salvación y redención. Con Él, el mal, el sufrimiento y la muerte no tienen la última palabra, porque Él nos da esperanza y vida: ha transformado la Cruz de instrumento de odio, de derrota, de muerte, en signo de amor, de victoria y de vida.



El primer nombre de Brasil fue precisamente “Terra de Santa Cruz”. La Cruz de Cristo fue plantada no sólo en la playa hace más de cinco siglos, sino también en la historia, en el corazón y en la vida del pueblo brasileño, y en muchos otros. A Cristo que sufre lo sentimos cercano, uno de nosotros que comparte nuestro camino hasta el final. No hay en nuestra vida cruz, pequeña o grande, que el Señor no comparta con nosotros.

3. Pero la Cruz nos invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra, un gesto, y a salir de nosotros mismos para ir a su encuentro y tenderles la mano. Muchos rostros han acompañado a Jesús en su camino al Calvario: Pilato, el Cireneo, María, las mujeres… También nosotros podemos ser para los demás como Pilato, que no tiene la valentía de ir contracorriente para salvar la vida de Jesús y se lava las manos. Queridos amigos, la Cruz de Cristo nos enseña a ser como el Cireneo, que ayuda a Jesús a llevar aquel madero pesado, como María y las otras mujeres, que no tienen miedo de acompañar a Jesús hasta el final, con amor, con ternura. Y tú, ¿como quién eres? ¿Como Pilato, como el Cireneo, como María?

Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor. Que así sea.

viernes, 26 de julio de 2013

El Papa quiere lío

Palabras cercanas y concretas. El Papa quiere lío. Os dejo el texto del encuentro con los jóvenes argentinos.
Texto íntegro (transcrito) del improvisado "Sermón del Lío"»Gracias, gracias, por estar hoy aquí, por haber venido. Gracias a los que están adentro y muchas gracias a los que están afuera, a los 30 mil me dicen que hay afuera. Desde acá los saludo, están bajo la lluvia.

»Gracias por el gesto de acercarse, gracias por haber venido a la Jornada de la Juventud, yo le sugerí al doctor Gasbarri que es el que maneja, que organiza el viaje, si hubiera un lugarcito para encontrarme con ustedes. Y en medio día tenía arreglado todo, así que también quiero agradecer públicamente también al doctor Gasbparri, esto que ha logrado hoy.

»Quisiera decir una cosa. ¿Qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? Espero lío. Que acá dentro va a haber lío va a haber, que acá en Río va a haber lío va a haber, pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, sino salen se convierten en una ONG ¡y la Iglesia no puede ser una ONG!

»Que me perdonen los obispos y los curas, si alguno después le arma lío a ustedes,pero es el consejo. Gracias por lo que puedan hacer.

»Miren, yo pienso que en este momento esta civilización mundial se pasó de ‘rosca’, se pasó de ‘rosca’, porque es tal el culto que ha hecho al dios dinero que estamos presenciando una filosofía y una praxis de exclusión de los dos polos de la vida que son las promesas de los pueblos.

»Exclusión de los ancianos, por supuesto, porque uno podría pensar que podría haber una especie de eutanasia escondida es decir, no se cuida a los ancianos pero también está una eutanasia cultural. No se los deja hablar, no se los deja actuar. 

»Exclusión de los jóvenes, el porcentaje que hay de jóvenes sin trabajo y sin empleo es muy alto y es una generación que no tiene la experiencia de la dignidad ganada por el trabajo, o sea esta civilización nos ha llevado a excluir dos puntas que son el futuro nuestro.

»Entonces los jóvenes tiene que salir, tienen que hacerse valer, los jóvenes tienen que salir a luchar por los valores, a luchar por esos valores, y los viejos abran la boca, los ancianos abran la boca y enséñennos, transmítannos la sabiduría de los pueblos.

»En el pueblo argentino, yo se los pido de corazón a los ancianos, no claudiquen de ser la reserva cultural de nuestro pueblo que transmite la justicia, que transmite la historia, que trasmite los valores , que transmite la memoria de pueblo. Y ustedes, por favor, no se metan contra los viejos, déjenlos hablar, escúchenlos y lleven adelante. Pero sepan, sepan que en este momento ustedes los jóvenes y los ancianos están condenados al mismo destino: exclusión. No se dejen excluir, ¿está claro? Por eso creo que tienen que trabajar.

»Y la fe en Jesucristo no es broma, es algo muy serio. Es un escándalo que Dios haya venido a hacerse uno de nosotros, es un escándalo, y que haya muerto en la cruz, es un escándalo, el escándalo de la cruz. La cruz sigue siendo escándalo pero es el único camino seguro, el de la cruz, el de Jesús, la encarnación de Jesús.

»Por favor, ¡no licúen la fe en Jesucristo!, hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana pero, por favor, ¡no tomen licuado de fe!

»¡La fe es entera, no se licúa, es la fe en Jesús!, es la fe en el hijo de Dios hecho hombre que me amó y murió por mí.

»Entonces hagan lío, cuiden los extremos del pueblo que son los ancianos y los jóvenes, no se dejen excluir y que no excluyan a los ancianos, segundo, y no licúen la fe en Jesucristo.

»Las bienaventuranzas. ¿Qué tenemos que hacer, padre? Mira, lee las bienaventuranzas que te van a venir bien y si querés saber qué cosa práctica tienes que hacer, lee Mateo 25 que es el protocolo con el cual nos van juzgar. Con esas dos cosas tienen el programa de acción: las bienaventuranzas y Mateo 25 no necesitan leer otra cosa, se los pido de corazón.

»Bueno, les agradezco ya esta cercanía. Me da pena que estén enjaulados. Pero les digo una cosa, yo por momentos siento qué feo que es estar enjaulado, se los confieso de corazón.

»Los comprendo y me hubiera gustado estar más cerca de ustedes pero comprendo que por razón de orden no se puede. Gracias por acercarse, gracias por rezar por mí. Se los pido de corazón, necesito, necesito de la oración de ustedes, necesito mucho. Gracias por eso.

»Les voy a dar la bendición y después vamos a bendecir la imagen de la Virgen que va a recorrer toda la república y la cruz de San Francisco que van a recorrer ‘misionaramente.

»Pero no se olviden: hagan lío, cuiden los dos extremos de la vida, los dos extremos de la historia de los pueblos que son los ancianos y los jóvenes, y no licúen la fe".

viernes, 19 de julio de 2013

Degradación Política

En todo este tiempo de crisis, y concretamente en este último año y medio, asistimos impotentes a una degradación de la vida política que amenaza cada día con un nuevo escándalo. Aquellos, personas nobles y capacitadas, en los que la soberanía popular ha depositado su confianza para regir los destinos de la nación con el objeto de que trabajen generosamente en la búsqueda del bien común, nos sorprenden, en un alto número, de que no estaban lo suficientemente capacitados y que son de dudosa honorabilidad. 

Han convertido la responsabilidad de garantizar el bienestar y desarrollo de los individuos y de los grupos en una permanente comedia de distracción y engaño, aprovechando el descuido del pueblo, para saquear las arcas destinadas a la promoción de los más débiles, evitando el desarrollo del progreso de los individuos para que estos puedan gozar de lo que es un derecho innegable: vivir la propia vida con dignidad.

Hoy siguen teniendo validez aquellas palabras de la Constitución Pastoral Gadium et Spes: "En lugar de favorecer el encuentro fraternal y la ayuda mutua, la ciudad desarrolla las discriminaciones y también las indiferencias; se presta a nuevas formas de explotación y de dominio, de las que algunos, especulando con las necesidades de los demás, sacan ganancias inadmisibles. Detrás de las fachadas se esconden muchas miserias, ignoradas aún por los vecinos más cercanos; otras aparecen allí donde la dignidad de la persona humana zozobra.. (...)  Son, en efecto, los más débiles las víctimas de las condiciones de vida inhumana, degradantes para las conciencias y dañosas para la institución familiar: la promiscuidad de las viviendas populares hace imposible un mínimo de intimidad; los matrimonios jóvenes, en la vana espera de una vivienda decente y a un precio asequible, se desmoralizan y hasta su misma unidad puede quedar comprometida... nº 10-11.

En distintos lugares de nuestro territorio, y también a través de las redes sociales, comienza aparecer una rebelión de la sociedad civil NO TELEDIRIGIDA POR LOS MISMOS QUE DESEAN MANTENER EL STATUS ANTERIOR, sino hombres y mujeres anónimos que elevan un grito pidiendo justicia y que se facilite a las personas lo que éstas necesitan para llevar una vida verdaderamente humana, que no tengan que mendigar el alimento, ni ser desprovistos del techo donde edificar un hogar, una educación no sometida al dictado de una ideología determinada que imponga un pensamiento único y subyugue la posibilidad del libre pensamiento, un trabajo que según su habilidad pueda desarrollar y ser justamente remunerado, una información veraz y no supeditada al poder del dinero,  a la promoción de una cultura que permita en libertad aspirar a un horizonte amplio que promueva el crecimiento de la comunidad humana,...

Quizás estemos ante un tiempo nuevo, una oportunidad para una auténtica regeneración social que debe venir de la misma sociedad civil, y en lo posible evitar que la lideren los mismos que nos han traído a este desierto.

lunes, 15 de julio de 2013

Programar algo distinto en mi Parroquia. ¡Qué lío!

En estos días de julio me encuentro trabajando en la programación de pastoral del curso próximo para que cuando llegue septiembre tenga una propuesta que ofrecer al Consejo Pastoral. Pero cada día que pasa, me encuentro algo más desanimado porque no veo que con lo que venimos haciendo, y lo que pienso que podemos hacer, estemos respondiendo a esa llamada a la Nueva Evangelización. No llegamos a los más alejados y la gran masa que acude a la parroquia viven intensamente la vida sacramental pero no dan ningún paso más en el compromiso de vida cristiana, y el círculo más comprometido crece muy muy lentamente, se compensa con aquellos que pasan a la reserva activa.

Repasando  los documentos de la Iglesia me iba preguntando cómo evangelizar en este tiempo, y me topé con esta respuesta del Papa Pablo VI: "Este problema de cómo evangelizar es siempre actual, porque las maneras de evangelizar cambian según las diversas circunstancias de tiempo, lugar, cultura; por eso plantean casi un desafío a nuestra capacidad de descubrir y adaptar,...() a los Pastores de la Iglesia, incumbe especialmente el deber de descubrir con audacia y prudencia, conservando la fidelidad al contenido, las formas más adecuadas y eficaces de comunicar el mensaje evangélico a los hombres de nuestro tiempo" (EN 40); También el Beato Juan Pablo II en Haití, en 1983, decía "Una Evangelización nueva: nueva en su ardor, en su expresión, en sus métodos"; Igualmente Benedicto XVI en un Motu Propio, en septiembre de 2010, afirmaba que tenemos que "descubrir y promover las formas e instrumentos para realizar esa Nueva Evangelización"; y recientemente el Papa Francisco nos decía que "La Iglesia necesita transformar sus estructuras y modos pastorales orientándolos de modo que sean misioneros. No podemos permanecer en el estilo clientelar que, pasivamente, espera a que venga el cliente, el feligrés, sino que tenemos que tener estructuras par ir hacia donde nos necesitan, hacia donde está la gente, hacia quienes deseándolo no van acercarse". 

Hay quien conociendo la parroquia de La Trinidad piense que no nos podemos quejar, la verdad es que sí debemos, porque en nuestra feligresía y fuera de ella hay muchas gentes que andan como ovejas sin pastor. Y me duele especialmente el déficit que tenemos de jóvenes. Tenemos una pastoral de iniciación que va caminando, también prematrimonial y matrimonial, algún que otro grupo de adultos como el de Acción Católica, tres hermandades que participan activamente en la vida parroquial, un extraordinario grupo de Caritas, grupos de oración... pero ¿y nuestros jóvenes? No estamos preparados para llevar a ellos el primer anuncio, no sabemos cómo hacerlo. Nos da miedo cambiar el chip al que nos invitan los Papas. Seguimos empeñados en ofrecerles lo que ya es caduco en las formas no en el contenido, porque Jesucristo es el Eterno Contemporáneo que da respuesta al hombre de cada tiempo y llena de sentido su existencia. Nuestro problema sigue siendo que no hemos hallado el modo de mostrar esta Buena Noticia a aquellos que están más alejados.

Sigo en la distancia con mucho interés la Jornada Mundial de la Juventud en Río, y también, el encuentro de jóvenes andaluces en el Rocío que está desbordando todas las expectativas de asistencia, pido intensamente al Señor por los jóvenes de la parroquia que están esta semana en Taize. No paro de conocer experiencias que otras parroquias, en distintos lugares del mundo, han puesto en marcha con un éxito extraordinario. Desde aquí, os invito a todos los amigos y fieles de la parroquia a sumar ideas o propuestas, ofrecerse a participar en su desarrollo, y ayudarme en este empeño de renovar nuestra acción pastoral para que verdaderamente nuestra Parroquia sea una comunidad evangelizadora y crezca con entusiasmo y no envejezca como afirmaba el Papa Francisco.

jueves, 11 de julio de 2013

Aniversario de Matrimonio

"Te alabamos y te bendecimos,
Oh Dios, creador de todas las cosas,
que al principio creaste al hombre y a la mujer para que formaran una unidad  de vida y de amor;
También te damos gracias, porque te dignaste bendecir la unión familiar de tus servidores, para que fuera imagen de la unión de Cristo con su Iglesia;
Tú que los has mantenido unidos por el amor en sus penas y alegrías, míralos hoy con benevolencia;
Renueva constantemente su alianza nupcial, acrecienta su amor; fortalece su vínculo de paz, para que junto con esta corona de hijos que los rodea gocen siempre de tu bendición".  Por Jesucristo nuestro Señor.    

Traigo aquí esta oración de bendición en el aniversario del matrimonio para compartir con vosotros la gran alegría que para mí, como sacerdote, supone participar en una celebración del XXV o L aniversario. Y mañana, se va a volver a repetir en mi parroquia este acontecimiento y que se hace aún más especial cuando se trata de dos entrañables amigos.

En los tiempos que vivimos no es fácil mantener  el compromiso de unidad y fidelidad tantos años. Por diversas circunstancias ha habido y habrá muchas parejas que no llegan a ver realizado  ese proyecto que soñaron en el tiempo de noviazgo y que vivieron con toda verdad y excelencia el día en el que se profesaron solemnemente amor eterno. Y desde la distancia, querer responder a los por qué es una insolencia y una falta de respeto a aquellos que se han visto en la situación de desistir de ese sueño con la pareja que eligieron movidos por el amor. Para todos ellos, nos queda el deseo de que las heridas del corazón cicatricen con prontitud y pedir al Dueño de todo bien, que  recuperen pronto el sentido y horizonte en su existencia y éste, les haga vibrar de nuevo en su corazón la alegría del amor.

Indudablemente es ¡una gran noticia! celebrar durante muchos años el aniversario de boda. Una historia cargada de momentos brillantes y gozosos, y cómo no, de grandes batallas y dificultades. Hacer este recorrido implica poner en juego todo el entendimiento, la pureza de corazón y la tenacidad de la voluntad. Sin haber vivido esta experiencia, entiendo que cada uno, sin perder la propia identidad, han de ser un sólo corazón. Y comprender que la vida en pareja es un apasionante aventura que encuentra su meta final en la eternidad. Por ello, pienso, que el uno para el otro han de ser siempre un misterio que voy desvelando poco a poco. Sólo así, el amor va creciendo y madurando en el tiempo. El grave error es "acostumbrarse" a vivir juntos, de ese modo, llegará el final de los días y serán el uno para el otro unos auténticos desconocidos y habrá pasado la vida sin vivirla.

Como en cualquier relación humana vivir en verdad es esencial para que el abandono del uno en el otro sea cada vez mayor, poder mirarse a los ojos y ver cristalinamente la profundidad del corazón, porque hasta las "mentiras piadosas" hieren el amor. Vivir con una inmensa humildad para pedir perdón, y grandeza y generosidad interior para saber perdonar; el espíritu de reconciliación es vital en una pareja porque es incomprensible e inaceptable aquellos matrimonios que se castigan con el silencio o la indiferencia. Lo mejor es que cada noche puedan soñar juntos apagando sus ojos con la memoria del rostro dulce, cercano y tierno del otro, y no con el dolor de la distancia. Y siempre, jamás dar por supuesto que el otro sabe que le quieres, todos, y más en la pareja se necesita escuchar que el otro te ama con inmensa locura con una caricia, una palabra, una mirada, un silencio... "no tener miedo a decirle al otro cuánto le quieres y cómo tu vida no la puedes vivir sino es vivida con él". Y no lo dejes sólo para la intimidad, aprovecha cada instante para decir "te quiero".

Además de poner el entendimiento, el corazón y la voluntad  no olvidemos que es Dios mismo quien os llamó un día a vivir el amor en plenitud. Desde el seno materno, en el hogar familiar, los amigos... aprendimos amar y ser amados; pero es en este horizonte de eternidad donde se alcanza la experiencia de totalidad. De ahí, que os invite a las parejas abrir el interior de vuestro hogar a la gracia de Dios, porque esta es la realidad invisible que ensancha y engrandece los momentos de felicidad; y es también la fortaleza para afrontar la adversidad y colmar de esperanza vuestra existencia, para que con confianza plena el uno en el otro veáis realizado vuestro sueño.

A todas las parejas ¡felicidades! porque cada día de vuestra vida ya es una gran victoria del amor. Y para mis amigos sólo decir desde aquí que gracias, muchas gracias, por haberme hecho partícipe de vuestra familia y porque habéis sido para mí un testimonio luminoso  y elocuente de lo que es vivir el amor hasta el extremo. Mañana, juntos, daremos gracias a Dios por haber bendecido con benevolencia vuestra vida y porque también vosotros habéis respondido con inmensa fidelidad.