sábado, 29 de marzo de 2014

Una propuesta

En continuidad con la “chicotá” del pasado sábado, este patero poco ducho en estas lides, quisiera realizar, a modo de propuesta, unas sugerencias que tal vez pudieran ayudar a fortalecer la Delegación Diocesana de Hermandades y Cofradías, que tan diligente y eficazmente dirige don Pedro Soldado; al igual, que en el día anterior apunté ciertas ideas con respecto a la Agrupación, que sé, en la actualidad, procuran con esmero.

En una Diócesis como la nuestra, donde existe algo más de 570 hermandades y cofradías, sostenidas por una piedad popular de una riqueza extraordinaria, y que nuestro Obispo, Mons. Demetrio Fernández, en las distintas visitas pastorales pondera y valora con entusiasmo; una piedad, que como afirmaba Mons. Asenjo, es el humus que ha impedido que el fenómeno de la increencia asolara nuestra Iglesia local, necesita que el órgano que las tutela se pudiera dotar de más recursos humanos y materiales para mejorar el servicio que se les ha de dar.

Desde la sencillez y más estricta proposición, me atrevo a pensar que sería enriquecedor que entorno al Delegado Diocesano se creara un grupo de voluntarios expertos en distintas materias: pastoral, formación, liturgia, jurídica, económica, patrimonial, cultura cofrade… Un lugar físico dónde dirigirse para la resolución de las cuestiones e incidencias que surgen en el día a día de las Cofradías. Un equipo, que bajo la autoridad del Obispo, disponga de capacidad y fortaleza de decisión, y autoridad de supervisión e inspección, algo que ayudaría a resolver aquellas cuestiones arduas y complejas, susceptibles de interpretación, que en no pocas ocasiones han creado serias dificultades.

Un equipo, que en diálogo con otras delegaciones e instituciones diocesanas, tuviera la oportunidad de llevar acabo una programación en el ámbito formativo, que sin anular las iniciativas particulares, estableciera unas líneas comunes; igualmente en la elaboración de recursos o subsidios litúrgicos que permitiera a las Hermandades celebrar los cultos y actos de piedad con mayor solemnidad. Proponer acciones que promuevan la creatividad en la acción evangelizadora, especialmente para llegar a los más alejados, y potenciar el compromiso con los más pobres y menesterosos. Igualmente, buscar cauces para el encuentro que permita revitalizar la comunión entre las hermandades, incrementando estos momentos a través de las vicarías territoriales y arciprestazgos.

Acabo esta “chicotá”, convencido de que las Hermandades y Cofradías son un medio extraordinario para llevar a cabo el mandato del Señor: “Id y anunciar la Buena Nueva del Evangelio”.

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