sábado, 22 de marzo de 2014

Agrupación de Hermandades y Cofradías

La Agrupación de Hermandades y Cofradías ¿Qué tiene? ¿Qué ofrece? ¿Qué consigue? ¿Qué premio o aspiración satisface? ¿Qué oculta en su interior para que existan tantos que en estos últimos años hayan peleado hasta la extenuación para conseguir el poder? Incluso, hay quien malévolamente piensa que yo tengo interés en esta organización, y se han atrevido a cuestionar mi integridad. Y la verdad, sólo la verdad, es que he permitido dejar que en la Parroquia de la Trinidad, como antaño lo hizo D. Antonio Gómez Aguilar, que todo aquel que lo necesite aproveche las instalaciones de las que goza y están al servicio, siempre, de las Hermandades y Cofradías.
 
Si es cierto, y es lo que pienso y así lo he manifestado reiteradamente, que la Agrupación lleva acabo funciones o actividades que en nada le incumbe y que ahoga la iniciativa y creatividad de las propias Hermandades. La Agrupación no es una Archicofradía. Y el problema está en la raíz, regirse estatuariamente por el Estatuto Marco. Quizás, le valdría sólo tener un reglamento de organización y funcionamiento interno. Su función no es organizar Vía Crucis, Rosarios de la Aurora ni Vespertinos; ni canalizar la acción de la Caridad de las Hermandades, ni tampoco la formación, ni conciertos u otros actos culturales. Su única prioridad es organizar la Estación de Penitencia y, si me apuras, el Pregón de Semana Santa; y también, ser la única voz representativa que en Córdoba hable ante las Instituciones o Administraciones en nombre de todas las Cofradías. Lo demás, es pisar unos terrenos que no son los suyos.

Y me atrevo a decir, que sería necesario que hubiera en Córdoba dos Agrupaciones de Hermandades y Cofradías, Penitencia y Gloria. Aunque la naturaleza e identidad, desde la perspectiva de la fe sean la misma, en el ámbito de las necesidades y acontecimientos en los que desarrollan la actividad requieren medidas o propuestas que difieren significativamente. Pero claro está, como quien egoístamente aspira al poder, y entiende la presidencia de las Hermandades como una plataforma para promocionarse personalmente o para dar rienda suelta a oscuras intenciones o debilidades personales, en la demagogia y en la excusa fácil terminan embaucándonos a todos en una historia perniciosa.


Pensarán, que se me ha ido la cabeza o esto es  una salida de pata de banco, pero bien sabe todo aquel que me conoce, que siempre he pensado que hay que poner fin a esta dinámica. Ya está bien de vivir en el absurdo. La Agrupación es lo que es, y una Delegación Episcopal de Hermandades y Cofradía es lo que es, y que necesita reinventarse o mejor, comenzar a inventarse. Esto lo dejo para la semana que viene.

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