sábado, 9 de abril de 2016

Jóvenes Cofrades

Ayer en mi parroquia, en las horas previas a la salida procesional de la hermandad de la Santa Faz, el nieto del hermano mayor corría a mi brazos diciéndome “tito José Juan, hoy salimos”, un peque que no levanta dos cuartas del suelo y con una sonrisa que llenaba de alegría el templo, ante la mirada amorosa de la Virgen de la Trinidad, y de su padre que me decía “el arbolito desde pequeño”.

Este momento suscitó en mí la idea de compartir con vosotros una pequeña reflexión acerca de la incorporación de los niños y jóvenes a las cofradías. La Agrupación y las hermandades han iniciado una labor buena de cara a prestar mayor atención a los niños y jóvenes, pero creo que aún queda mucho camino que recorrer. No podemos  conformarnos con organizar chocolatadas para los peques y decirles a los jóvenes que guapos y graciosos van en representación de la hermandad. Ellos no están para pasear varas o aprendan a engominarse el pelo y practicar cabezazos de salutación.

Hay que redoblar los esfuerzos en llevar a cabo un proceso de iniciación, un pequeño noviciado antes de incorporarse plenamente a una cofradía. Extensible a aquellos que en una edad más tardía desean ser hermanos de una hermandad. Esto, porque en la actualidad hay ausencia de verdaderas familias cristianas que como antaño transmitían a sus hijos el tesoro heredado de la fe, la piedad y devoción a unos titulares. Siguen habiendo muchos padres que vestir de esclavina o túnica o costalero a las nuevas generaciones es una forma más de entretenimiento sano. Padres que piensan: “mientras hagan esto mejor que otra cosa”.

Las cofradías han de plantearse un trabajo serio antes de vestir la túnica o el costal. Hay que educar en la fe, en el sentido iconográfico del misterio que procesionamos, en el culto y la liturgia, la historia e identidad de la cofradía, conocer el patrimonio de la hermandad, hacerlos partícipes de los trabajos que a lo largo del año se llevan a cabo para preparar la estación de penitencia, generar momentos de encuentro y convivencia para fortalecer los cauces de comunión y el sentido de pertenencia,… un cúmulo de acciones antes de que por vez primera hagan manifestación pública de la fe por las calles.


Nuestros niños y jóvenes no deben considerarse un granero de papeletas de sitio efímeras, sino el manantial de corazones enamorados sobre los que comienza a edificarse los cimientos de las hermandades y cofradías del futuro.

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