viernes, 15 de mayo de 2015

Un cálido despertar.

Querida familia y amigos

¡Qué lujo de tarde! ¡Qué noche tan estrellada! En el cielo se perciben los serafines y querubines que han interrumpido el eterno canto de alabanza a Dios porque el Simpecado de la Reina y Señora de nuestras vidas, rodeada de los corazones e inundada de la plegarias de todos sus hijos, comenzaba su andadura hacia la noche en el que el Espíritu Santo derrama sus dones sobre sus hijos, teniendo como testigo a la MADRE DE DIOS.

Las calles de Córdoba han rebosado una alegría inusitada. El original e irrepetible repicar de la Iglesia de San Pablo cantaba a la torre de la Catedral que dejara de sestear y levantara las antiguas campanas a tocar a vísperas porque la bendita hermosura de cielo y tierra, el signo de la Pastora de Almonte, cobijada en su carreta anunciaba su partida. Despertad campanas de la Catedral, cantar con vuestros vetustos sones y trovar, proclamar que los hijos de esta tierra bañada con la sangre de los mártires, de los que supieron dar la vida por el amor, se ponen en camino para contemplar, para dejarse enamorar por la tierna y preciosa pureza de la Divina Señora que llena de dulzura nuestra alma.

Ahora Madre mía, ya solos, ante tu Simpecado en esta parada, tras el tiempo de compartir preocupaciones, saludos a aquel que vuelvo a ver en este día, después de reponer fuerzas, de compartir cantos regados con tu nombre y tus virtudes, de alabarte con nuestros cuerpos en una danza a imitación del rey David ante el arca de la Alianza, baile de bendición y loa; ahora, ya todos se han marchado abandonándose en el sueño que te tiene a Ti, no sola como protectora y tutora en la debilidad de la conciencia dormida, sino como la razón de la paz cuando el alma descansa después de haber sido verdaderamente justa.

En este silencio, ahora que no nos oye nadie, tú y yo, posado en esta tierra, en la compañía del saltear de la lumbre que pide ser alimentada. ¡Ay, Mae! ¡Ay, Madre mía! ¿Qué me espera? Son tantas las cosas que tengo que contarte. Me imagino que las conoces todas. Y bien sabes, Madre Mía, que no soy bueno; como decía el bendito regalo que me diste, sí, esa madre mía que muy aprisa quisiste coronar a tu lado de la gloria angelical, y que no me gustó para nada, y en el tiempo comprendí que tu sabes mejor que nadie lo que más nos conviene. Pues esa madre mía, la madre que por amor me dio a luz decía cuando me sentaba ante ella, como esta noche ante Ti, ¡hijo mío, que poquito bueno hoy has sido!. Así es Señora, que poquito bueno soy, y arrepentido estoy, pero ¿por qué soy tan débil? ¡Ayúdame! Camino tras tu Simpecado para aprender y dejarme inundar por tu gracia y pureza de corazón y así gozar de la promesa de tu Divino Pastorcillo, la felicidad plena.

He hablado demasiado, ya clarea el día. ¡Bendita noche! ¡Bendita luz del alba! Es menester apagar las velas de la carreta, ya la candela se olvidó de nosotros, pero no hizo falta su presencia, el calor de tu corazón arropó el alma mía. Bueno Señora, voy a despertar a mis compañeros, y ¿sabes una cosa? Voy a ir corriendo a decirle a la mejor carreta, a la de Ajolí 10, allí mi familia y amigos descansan, que despierten que tengo algo importante que decirles. No me lo puedo callar ¡Madre!. 

¡Hermanos! ¡Despertad! La Pastora, Reina y Señora de las Marismas, me manda que salgáis de la carreta, contemplad este precioso amanecer, que quiere acariciar vuestros rostros, abrir vuestros ojos con el rocío de la mañana. Ah, y me ha dicho en la noche, que abráis los corazones de par en par, porque la Virgen del Rocío va a visitar en este día vuestras almas, y en el ocaso de la jornada, cuando languidezca el sol que nos levanta, nos susurrará qué cizaña hay en nuestras vidas y que hemos de extirpar, y con ella, después, alimentar la candela de la noche. Quemar los que nos impide amar.

Y aquí os dejo la letrilla de una rumba, iniciamos el caminar, esta bendita jornada de amor.

"Despertó temprano aquella mañana
Bastante cansada de no poder dormir
Cuando el mes de mayo entró en su ventana
Era el día en que su hermandad iba a salir.

Esos viejos botos calzaron sus pies
y las mismas flores adorna su pelo
Una bata blanca con lunares negros
Escalofríos corren su piel.
Va de peregrina va por los senderos.

Escuchó el estruendo de los cohetes
Se siente  el gentío pasar por su portal
Coge lo que tengas y andando vete
Y vive el camino otro año más.

Escuchar el alba cada amanecer
Cantar sevillanas junto a una candela
Contemplar la luna y su traje de estrellas
Y rezar la salve al atardecer
Morir de alegría volver con Ella.

Y estando frente a freten yo te pediré
Virgen del Rocío luna, sol y Reina
Madre mía del cielo y pastora almonteña.
Que me perdones si alguna vez

Te falto algún año mi marismeña".

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