lunes, 12 de agosto de 2013

CENTENARIO DE LA ROMERÍA DE VOTOS Y PROMESAS


El próximo 15 de agosto se celebra en Cabra, mi pueblo de nacimiento, el centenario de la fundación de la Romería de Votos y Promesas. Este acontecimiento para los hijos de esta antigua y leal villa se convierte en algo muy especial. Es elevar un canto de gratitud porque hubo un momento en que una familia de nuestro pueblo nos recordó con esta iniciativa que la devoción a la Virgen de la Sierra, nuestra patrona, no se reduce a un mes al año cuando Ella está entre nosotros bendiciendo con su presencia cada uno de nuestros hogares.

También la Virgen gusta de recibir en su Casita Blanca, allá en su ermita, a sus hijos que con corazones agradecidos suben hasta sus plantas a regalarle la mejor presea que una madre puede recibir, un corazón amante de su divino Hijo. Después de la Romería de Votos y Promesas que es la mayor de todas las romerías y peregrinaciones a la bendita ermita, motivó que los gremios y grupos sintieran la necesidad de vivir su momento de particular encuentro con la madre y señora de la subbética: hortelanos, comercio y panadería, transportistas, construcción, fe y familia, candelaria..., y las hermandades filiales dispersas por toda la geografía española. 

Esta Romería, no sólo es un día donde renovamos nuestros votos y profesamos promesas a la mejor valedora e intercesora ante el Padre bueno y misericordioso, es también un día de fiesta que se convierte en la antesala de los días más grandes en la vida de mi pueblo: el cuatro de septiembre, cuando entre cantos y ¡vivas! a la Virgen de la Sierra baja a nuestro pueblo; y el ocho de septiembre, en la mañana los egabrenses la felicitamos y en la noche, Ella, a hombros de sus costaleros visita nuestros hogares siendo el consuelo y auxilio de los más desvalidos e impedidos.

Este año, no estaré el 15 de agosto, pero sí celebraré la santa Misa uniéndome a todos mis paisanos y juntos elevando la acción de gracias a nuestra Madre, y me sentiré besado por sus dulces labios cuando desde los "miradores", Ella, nos contemple a todos los hijos de esta bendita tierra que estamos fuera en este día. Y volveré con la alegría e ilusión de la infancia a postrarme a sus plantas este cuatro de septiembre. Este año Madre mía de la Sierra, sí, sí podré besarte y dejarme abrazar y reclinar mi cabeza en tu bendito y maternal corazón, sentir tu latir, bálsamo para aquél que arrepentido ante tu presencia se inclina. ¡Cuántas ganas "Mae", tengo de verte!.

Aquí os dejo un extracto del pregón que en el año 2000 tuve el gran privilegio de proclamar con motivo de las fiestas de mi pueblo donde hago referencia a esta Romería:

"Lo que sí se convierte en algo espectacular y sorprendente a nuestros ojos y a la de todos aquellos devotos venidos de Zuheros, Luque, Doña Mencía, Carteya, Priego y sus aldeas, Rute, Carcabuey,... es la Romería de Votos y Promesas. Muchos de los peregrinos vienen a pie, familias enteras que al cobijo del cielo estrellado mortifican sus cuerpos, que se sostienen en unos pies encallecidos del trabajo sacrificado que conlleva la pobreza y la austeridad. Cargados con ofrendas vienen los lanchares arriba, otros se les ve llegar por la Nava, algunos descansa en los chaparros de la Viñuela, y a lo lejos se ve quien repone fuerzas en los corchones,... todos quieren llegar puntuales a la cita, a la misa del peregrino y también quedarse a la función solemne, para luego, gritar de alegría cuando la Virgen chica pero ¡guapa! Sonriente y llena de dulzura su mirada se pasee por los atrios de su casita blanca, sostenida por los hombros de esos hombres buenos que llamamos costaleros.

            Habrá quienes juzguen esto una tontería, se reirán e incluso afirmarán que es una irracionalidad, o una tradición mitológica, o será el Opio que mantiene engañado al pueblo. Pero desde aquí no puedo por menos afirmar con rotundidad y amor, que tiene mucho de racionalidad, voluntad y ejercicio de libertad, es la expresión más pura de unos corazones que se abren a lo que es innato al hombre como es su apertura a la transcendencia. En este día, he podido ver los rostros de muchos ancianos, adultos, jóvenes y niños que dejan entrever en sus ojos lágrimas de súplica, de perdón, de acción de gracias, y como titanes vuelven sus cuerpos, muchos de ellos tullidos, llenos de esperanza y amor depositado por la Virgen de la Sierra en sus corazones, porque el que la mira y se deja mirar por ella, queda sobrecogido, embrujado en una borrachera de felicidad y ternura cumpliéndose ese no sé qué que tiene mi amada Virgen de la Sierra".

¡Oh dulcísima Virgen María!
A tus plantas purísimas vengo,
a Ofrecerte los bienes que tengo,
y con ellos mi vida y mi amor.

Agitado de fieras tormentas
y tiranas pasiones sin cuento,
de mi voz el tristísimo acento.
A tu oído quisiera llevar,
porque sabes calmar los temores
de tus hijos que en llanto y gemidos
protección te demandan rendidos,
y consuelo amargo en el penar.

Te quisiera traer, dulce Madre,
las ofrendas que sólo son dignas
de tocar a tus plantas benignas:
Humildad, inocencia y amor.
Dime: ¿Cómo podré, gran Señora,
presentártelas siendo tan pobre
a no ser que por Ti  yo recobre
las riquezas del Sumo Hacedor?

Pero, Madre, como eres tan buena,
nunca miras si vale el presente,
mas atiendes del pecho doliente
el profundo suspiro y clamor.
Y los brazos abriendo amorosos
al asilo lo llamas seguro
de tu seno santísimo y puro,
manantial de perenne dulzor.

Coronadas de espléndida gloria
y de estrellas fulgurantes tus sienes,
los purísimos ojos detienes
compasiva mirándome a mí,
De tus labios de gracias bañados
las palabras ternísimas brotan
que de mi alma las penas embotan
y de amor la enardecen por Ti.


(Devocionario)

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