La excepcionalidad de la Semana Santa
2016 en Córdoba viene dada, como todos sabemos, por la decisión de las
Hermandades y Cofradías de realizar estación de penitencia en la Santa Iglesia
Catedral.
Esta decisión, conservando la Carrera
Oficial habitual, supone un mayor esfuerzo y sacrificio por parte de las
Cofradías. Han sido semanas muy intensas de reuniones de trabajo por parte de
los responsables de organizar los recorridos y horarios. Y en estos momentos,
se están ultimando otras cuestiones muy relevantes e importantes en el ámbito
de la seguridad y en la organización en el recinto de la Catedral. Todos están
siendo extremadamente generosos: Agrupación, Ayuntamiento, Gobierno Civil,
Cabildo de la Catedral de Córdoba….
Por ello, desde aquí invito a la
prudencia y moderación en nuestras manifestaciones a través de las redes
sociales. A todos los medios de comunicación, en su legítima batalla por ser
los primeros en dar una noticia, les animo a seguir en la brega pero con
serenidad. Y a los que tenemos la responsabilidad de comunicar la información
oficial seamos prestos en transmitirlas para que todos puedan tener los datos
en tiempo.
Finalmente, me gustaría traer a colación
unos párrafos de un artículo que escribí en la Cuaresma pasada y que de nuevo
comparto con el objeto de clarificar y explicar por qué realizar estación de
penitencia en la Catedral. Es muy triste, leer o escuchar comentarios de
cofrades que tienen una mayor o menor responsabilidad en un cortejo
procesional, o no, y que siguen descalificando o cuestionando el hecho de hacer
estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral. A estos mismos, y a quien
no lo sepan, hemos de decirle que todo el recinto es Catedral, incluido el
Patio de los Naranjos.
Ante todo, hemos de ser conscientes de que la
Santa Iglesia Catedral es la expresión de la unidad y comunión de toda la
Iglesia Diocesana, bajo la autoridad del Obispo, que nos mantiene en la unidad
de la misma fe que hemos recibido a través del testimonio ininterrumpido de la
sucesión apostólica: “La iglesia
catedral es aquella en la cual el Obispo tiene situada la cátedra, signo del
magisterio y de la potestad del pastor de la Iglesia particular, como también
signo de unidad de los creyentes en aquella fe, que el Obispo anuncia como
pastor de la grey”.
Por lo tanto, acudir a realizar la estación de
penitencia es visibilizar y renovar nuestra comunión, que todos somos uno como
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno. Somos el nuevo pueblo de Dios,
que unidos en el amor, sale a las calles y plazas a animar en la esperanza a un
mundo que por momentos pierde el verdadero sentido de la existencia y les lleva
por un camino alejado de la felicidad plena. La visibilización de ese amor y
unidad se convierte en un testimonio alegre y elocuente de la Buena Noticia: “La iglesia catedral "por la majestad
de su construcción, es signo de aquel templo espiritual, que se edifica en las
almas y que resplandece por la magnificencia de la gracia divina, según dice el
Apóstol Pablo: "Vosotros sois templo de Dios vivo" (2 Co 6. 16).
Además debe ser manifestación de la imagen expresa y visible de la Iglesia de
Cristo que predica, canta y adora en toda la extensión de la tierra. Debe ser
considerada ciertamente como imagen del Cuerpo místico de Cristo, cuyos
miembros se unen mediante un único vínculo de caridad, alimentados por los
dones que descienden como el rocío del cielo".
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