Ayer disfrutamos de una eclosión de alegría y colorido en la
mañana que fue tornando en el ocaso del día en recogimiento, quietud, intimidad
en el cara a cara con Jesús. Hoy iniciamos un itinerario de tres días donde
gustaremos la contemplación de la figura del Siervo de Yhwh silenciosa y
majestuosa para introducirnos en el misterio pascual.
Los hogares, plazas y callejas de nuestra ciudad están embriagados
por los aromas del incienso, la cera, el azahar, el clavel y lirios en la peana
de mi Cristo; calas, rosas y camelias bajo un palio que salvaguarda a la Madre
de Dios; y los alelíes del huerto conventual que albergan ramilletes de
corazones puros que interceden por nosotros.
Así quedaron todos en Betania, cuando el corazón arrepentido
de María Magdalena se postró ante el Divino Maestro y destapó el bálsamo a
aroma de nardo puro para ungir sus pies y secarlos con sus cabellos. Una
atmósfera de afecto y amistad, amor en su máxima expresión, violentado por la
mezquindad y avaricia del traidor.
También hoy la maldad perturba y ensombrece el itinerario de
dulzura y justicia que nos ganó nuestro Redentor. Vivimos tiempos convulsos
donde gobernantes corruptos dictan políticas que agrandan las distancias en las
personas y los pueblos; poderes económicos que generan bolsas de pobreza e
impiden el progreso y desarrollo humano. Una sociedad que niega al hombre su
dignidad.
Esta noche, en el silencio, mira tu ánima y decide si
quieres imitar a María Magdalena o a Judas, el traidor.
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