Hoy, buenos amigos, os dejo una entrada
que no he escrito. Me ha llegado a través de una amiga, y que me parece un
texto muy tierno que pone de manifiesto cómo la Virgen y el Divino Pastorcito
esperan a los rocieros que estos días peregrinan hasta su ermita.
“Estate
quieto Jesús -le dice Rocío mientras le sujeta dulcemente la mano.
Desde
que nos bajaron la otra tarde, no has parado de correr por la Ermita y vas a
ensuciarte el traje.
Claro
mamá, es que nos tienen mucho tiempo allí arribita y cuando nos ponen más cerca
de la reja es que ya es primavera ¿no?
Sí,
hijo, sí, dentro de unos días será nuestra fiesta. No querrás estar lleno de
churretes cuando vengan a verte ¿verdad?
No,
mamá. Estás guapísima.
Gracias
vida mía, ellos me quieren ver así, y a mí me encanta las caras que traen
cuando entran a vernos. ¡¡Bájate del banco, chiquillo, que vas a ensuciarte!!
Me
estoy asomando para ver si vienen ¿ya vienen, mamá?
Pronto
Jesús, pronto, todavía quedan unos días.
Mamá,
todavía no escucho los cohetes que tanto me gustan, ni la flauta ni el tambor
que nos traen. No veo los caballos ni las mulas, ni las mujeres guapas vestidas
de flamenca ¿queda mucho, mamá?
Ten
paciencia mi niño, se están preparando y te aseguro que están todos locos por
venir a vernos.
Vienen
de todos lados cariño, por aquí, por este lado vienen los que son de Cádiz, por
el camino de la Canaliega. Ellos son los que atraviesan el coto. Traen el olor
a mar de Bajoguía, la arena del cerro de los ansares.
De
Jerez, de Sanlucar o de Rota, son los que te cantan las bulerías que tanto te
gustan.
Por
allí detrás entran los de Sevilla, atravesando el puente de madera al que
llaman Ajolí, desde donde nos llegan los ecos de las salves, vienen de Triana,
Gines o Coria dejando sus pueblos vacíos sólo para venir a vernos.
Por
allí vienen los de mi pueblo, cielo, los primeros que van a venir a verte,
porque para eso son los que nos cuidan y los que el precioso Lunes nos sacan a
hombros para que veamos al resto, para que nos recen y nos canten como sólo
ellos saben hacerlo.
¿Ves
por ahí? Por el frente, llegan los de Huelva, que vienen desde el Atlántico,
desde la Punta, Isla Cristina o Ayamonte.
Los
reconocerás porque traen olor a la marisma de sus ríos, porque traen el blanco
y azul de sus cintas enredados entre el verde de la jara, porque nos llegan sus
cantes antes que sus lágrimas, porque son muchos, pero sólo sentirás el latir
de un mismo corazón.
Además
traen una carreta alta, cuajaita de flores preciosas para ponerlas a nuestros
pies.
¡¡Mamá
por favor, que lleguen ya!! ¿queda mucho mamá?
No,
mi vida, queda muy poco. Anda, ven aquí que te ponga bien el traje y súbete a
mis brazos, que voy a contártelo otra vez mientras te duermes, que durmiendo y
soñando se llega antes mi Rey”.
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