La Agrupación de Hermandades y Cofradías ¿Qué tiene? ¿Qué
ofrece? ¿Qué consigue? ¿Qué premio o aspiración satisface? ¿Qué oculta en su
interior para que existan tantos que en estos últimos años hayan peleado hasta
la extenuación para conseguir el poder? Incluso, hay quien malévolamente piensa
que yo tengo interés en esta organización, y se han atrevido a cuestionar mi
integridad. Y la verdad, sólo la verdad, es que he permitido dejar que en la
Parroquia de la Trinidad, como antaño lo hizo D. Antonio Gómez Aguilar, que
todo aquel que lo necesite aproveche las instalaciones de las que goza y están
al servicio, siempre, de las Hermandades y Cofradías.
Si es cierto, y es lo que pienso y así lo he manifestado
reiteradamente, que la Agrupación lleva acabo funciones o actividades que en
nada le incumbe y que ahoga la iniciativa y creatividad de las propias
Hermandades. La Agrupación no es una Archicofradía. Y el problema está en la
raíz, regirse estatuariamente por el Estatuto Marco. Quizás, le valdría sólo tener
un reglamento de organización y funcionamiento interno. Su función no es
organizar Vía Crucis, Rosarios de la Aurora ni Vespertinos; ni canalizar la
acción de la Caridad de las Hermandades, ni tampoco la formación, ni conciertos
u otros actos culturales. Su única prioridad es organizar la Estación de Penitencia
y, si me apuras, el Pregón de Semana Santa; y también, ser la única voz representativa
que en Córdoba hable ante las Instituciones o Administraciones en nombre de
todas las Cofradías. Lo demás, es pisar unos terrenos que no son los suyos.
Y me atrevo a decir, que sería necesario que hubiera en
Córdoba dos Agrupaciones de Hermandades y Cofradías, Penitencia y Gloria.
Aunque la naturaleza e identidad, desde la perspectiva de la fe sean la misma,
en el ámbito de las necesidades y acontecimientos en los que desarrollan la
actividad requieren medidas o propuestas que difieren significativamente. Pero
claro está, como quien egoístamente aspira al poder, y entiende la presidencia
de las Hermandades como una plataforma para promocionarse personalmente o para
dar rienda suelta a oscuras intenciones o debilidades personales, en la
demagogia y en la excusa fácil terminan embaucándonos a todos en una historia
perniciosa.
Pensarán, que se me ha ido la cabeza o esto es una salida de pata de banco, pero bien sabe
todo aquel que me conoce, que siempre he pensado que hay que poner fin a esta
dinámica. Ya está bien de vivir en el absurdo. La Agrupación es lo que es, y
una Delegación Episcopal de Hermandades y Cofradía es lo que es, y que necesita
reinventarse o mejor, comenzar a inventarse. Esto lo dejo para la semana que
viene.
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