Amanecemos a un sábado que se tercia a nivel general entre el
noqueo, tras el “Brexit” del Reino Unido, y la expectación a lo que decidiremos
mañana depositando una papeleta en una urna de metacrilato. No obstante, en
nuestra ciudad acontece hoy un hecho extraordinario que, mediáticamente, quizás
no tenga eco mañana en la prensa, pero que tendrá consecuencias importantes en
la vida de muchas personas. No solo de los grandes protagonistas, sino también
en el pueblo o comunidades que acogerán a los nuevos pastores que recibirán el
sacramento del orden en la Santa Iglesia Catedral de manos del Obispo.
Que seis jóvenes reciban la ordenación sacerdotal es un hecho
difícil de encontrar de Despeñaperros para arriba. En Córdoba estamos muy mal
acostumbrados porque cada año Dios bendice a nuestra tierra con nuevos
sacerdotes. Pero tampoco estamos para echar las campanas al aire. También son bastantes
los que marchan a la casa del Padre y más los que por la edad se ven en la
obligación de pasar al retiro, aunque el término jubilación no está inscrito en
la genética de los curas. Cada vez más, observamos con tristeza, cómo muchos
pueblos, parroquias…, no cuentan con la presencia continua y cercana del
pastor.
No obstante, hoy es un día para la alegría y para dar gracias.
Seis chicos decididos, bien preparados, enamorados de Cristo, serán hoy
enviados a ser imagen del Buen Pastor a unas comunidades que los esperan como
agua de mayo pero también en un tiempo duro y excesivamente complejo y
desagradecido en la mayor de las veces. El Obispo describe preciosamente en su
carta semanal el perfil y ser del buen sacerdote. También añadiría una frase
con la que el Papa Francisco se dirigía a los sacerdotes hace pocos meses: “un
sacerdote no se escandaliza por las fragilidades que agitan
el alma humana, sino que acepta hacerse partícipe y responsable del destino de los fieles
que el Señor le ha encomendado”.
Quizás yo no sea
un buen modelo sacerdotal, algo que me entristece ya que pone de manifiesto mis
pecados. Pero si algo puedo decir a estos jóvenes, no es otra cosa que amen a
Dios en el cultivo de la amistad constante y amen sin excepción a cada persona
que saldrá a su encuentro; y, de un modo especial, busquen incansablemente a la
oveja perdida, curen sus heridas, la carguen sobre sus hombros sin miedo a mancharse
y la lleven entre cantos y ternura al redil.
Dios bendiga a estos nuevos presbisteros.
ResponderEliminarDios bendiga a estos nuevos presbisteros.
ResponderEliminarGrandes verdades dice. Dios bendiga a estos sacerdotes en el nuevo destino encomendado. Un fuerte abrazo para todos, aunque ayer ya lo hice y besé sus manos, ayer besé al Señor.
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