Caminar en la vida tiene sus altibajos, como cualquier ruta
que uno emprende en las diversas circunstancias de la existencia. El camino
tiene su sube y baja, los hoyos, las malas indicaciones, los caminantes
burlescos y pretenciosos, los lugareños sabedores y conocedores que se mofan
del ignaro, lego o del penitente, el sabio inane que con pretenciosa argucia
muestra el camino… todos ellos ignoran qué busco, qué ansío encontrar, a quién
busco realmente… , nadie me pregunta… , y si alguien se atreve a interrogarme
sólo cuestiona el dónde, el lugar… ¡Noooooo!
Sólo sé decir: nooooo. ¿Nadie me pregunta a quién busco?
Porque no busco hallar un lugar, sólo busco encontrarme con alguien que de
respuesta a las inquietudes, a los interrogantes que atormentan mi interior,
busco sentir la mirada tierna, dulce, agradable, aroma a azucena, tomillo y
romero que me acurruca a su pecho y me da la confianza, la seguridad, el
alimento de sus senos que colman el apetito insaciable, que ni el sol creado es
capaz de alumbrar la oquedad de toda la Creación.
Eso busco, y a eso aspiro… sigo, sigo, sigo y seguiré…. Pero
me ha dicho un trovador que coja el hato, y que con los cantos serenos y pizpiretos
del Guadalquivir, de aquellas plumillas que se esconden en los arcos del río
que fue romano, moro y hoy cristiano que salga corriendo, con mis remiendos, no
sólo los del trapo, también con los del corazón, que no tenga miedo, que el
Simpecado de la Madre de Dios, el Simpecado que nace entre geranios, gitanillas,
que sabe a jazmín, y al aroma a media
noche; que parte del silencio provocador
del convento de San Pablo y que se impregna del azahar de los naranjos de la
Catedral de la ciudad que vio nacer a Osio, predecesor del que hoy preside la carreta y que lloró, rezó y se
sobrecogió ante la Madre de Dios, San Juan Pablo II.
¿Voy? ¿Por qué No? Dicen estos del pie del camino que si
tengo miedo. ¡Miedo yo! ¿A qué? A nada si en el horizonte del camino y de esa
carreta se conserva la respuesta de mi felicidad. Aquello que puede convertirse
en poema, en vida, en sol, en tiempo, en el ser, el alma, en la vida misma.
Ajolí, 67
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