Hace unas semanas escribía sobre la
celebración de las fiestas en honor a Ntra. Sra. de la Fuensanta, copatrona de
Córdoba, tal y como describe el consistorio en la web dedicada a las verbenas
populares de la ciudad. En esa ocasión, mostraba mi sorpresa y malestar porque
el Ayuntamiento –organizador de estos festejos- y el Consejo de Distrito
obviaban del programa cualquier actividad cultual organizada con motivo de esta
histórica celebración.
“Si
éramos pocos, parió la abuela”. Esta semana, sin ir más lejos, una agencia de
noticias obtuvo un escrito que el presidente de la Agrupación de Hermandades y
Cofradías dirigía a los hermanos mayores animando a la participación en la
procesión de la Virgen de la Fuensanta. Esta agencia elaboró una noticia desde
el más absoluto desconocimiento del mundo cofrade y propuso un titular que nada
tenía que ver con el citado escrito, pero que sí venía bien para sostener una
polémica artificial donde se mantuviera en el punto de mira el obispo. Nunca
mejor dicho, sacar el texto del contexto para hacer un pretexto. En esta
ocasión, felicitamos a la Agrupación por su rápida respuesta reconduciendo la
situación.
Pero lo que más me anima a escribir esta
columna es el cartel anunciador de la “velá”. En ningún lugar del mismo se
menciona que sean las fiestas en honor de la Virgen de la Fuensanta. He
comprobado en la web del Ayuntamiento que desde el año 2007 hasta la fecha, solo
en dos ocasiones, 2011 y 2014, aparece
explícitamente la dedicación a la venerada imagen. Es totalmente incomprensible
este afán de eliminar cualquier referencia religiosa. No podemos olvidar que
una gran parte de los vecinos son católicos y que también se pueden sentir
ofendidos en sus sentimientos y convicciones.
No obstante, me encanta el lema: Refugiad@s “Por un mundo sin fronteras”.
Es genial que también un acontecimiento festivo tenga un carácter de
sensibilización, reivindicación y denuncia sobre una cuestión social de primer
orden. Les invito a proponer a la Sagrada Familia de Nazaret como modelo de familia
que se vio obligada a abandonar su tierra, su patria, porque Herodes el Grande
quería asesinar a Jesús. Igualmente, a hacer llegar las palabras del Señor a
los corazones de todos los hombres: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de
beber; fui forastero, y me recibisteis; anduve sin ropa y me vestisteis; caí
enfermo y me visitasteis; estuve en la cárcel y vinisteis a verme”.