Queridos amigos, en estos últimos tiempos apreciamos con gozo y
alegría que nuestras hermandades y cofradías estén realizando esfuerzos y
sacrificios importantes para realizar estación de penitencia en la Santa Iglesia
Catedral. Igualmente, escucho y leo las razones que se esgrimen para justificar
esta noble acción que no siempre son, a mi entender, las más acertadas; del
mismo modo, se han realizado críticas o apreciaciones sobre el tránsito de las
hermandades que no me han parecido del todo justas. Es decir, que muchos
comentarios dogmáticos carecen del conocimiento del por qué es importante
realizar estación de penitencia en el templo madre de la Diócesis.
Ante todo, hemos de ser
conscientes de que la Santa Iglesia Catedral es la expresión de la unidad y
comunión de toda la Iglesia Diocesana, bajo la autoridad del Obispo, que nos
mantiene en la unidad de la misma fe que hemos recibido a través del testimonio
ininterrumpido de la sucesión apostólica: “La
iglesia catedral es aquella en la cual el Obispo tiene situada la cátedra,
signo del magisterio y de la potestad del pastor de la Iglesia particular, como
también signo de unidad de los creyentes en aquella fe, que el Obispo anuncia
como pastor de la grey” [1].
Por lo tanto, acudir a realizar la estación de penitencia es
visibilizar y renovar nuestra comunión, que todos somos uno como el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo son uno. Somos el nuevo pueblo de Dios, que unidos en
el amor, sale a las calles y plazas a animar en la esperanza a un mundo que por
momentos pierde el verdadero sentido de la existencia y les lleva por un camino
alejado de la felicidad plena. La visibilización de ese amor y unidad se
convierte en un testimonio alegre y elocuente de la Buena Noticia: “La iglesia catedral "por la majestad
de su construcción, es signo de aquel templo espiritual, que se edifica en las
almas y que resplandece por la magnificencia de la gracia divina, según dice el
Apóstol Pablo: "Vosotros sois templo de Dios vivo" (2 Co 6. 16).
Además debe ser manifestación de la imagen expresa y visible de la Iglesia de
Cristo que predica, canta y adora en toda la extensión de la tierra. Debe ser
considerada ciertamente como imagen del Cuerpo místico de Cristo, cuyos
miembros se unen mediante un único vínculo de caridad, alimentados por los
dones que descienden como el rocío del cielo".[2]
Normalmente justificamos la estación de penitencia en el templo
mayor con el hecho de realizar la adoración al Santísimo Sacramento o a la Cruz
(Viernes Santo). Y ciertamente es un argumento muy válido, pero también como
afirman muchos, esta adoración se puede llevar a cabo en otro templo en el
itinerario de una Cofradía. Por lo que animo a tomar conciencia de que este
momento de intimidad, recogimiento, oración y adoración ante el Señor
Sacramentado también lleva consigo, en este sagrado lugar, la expresión
extraordinaria de la comunión eclesial y la alegría de pertenecer a la Iglesia
particular; conciencia que no siempre está tan viva dentro de nuestras
hermandades y cofradías, ya que para muchos comienzan a verse y comprenderse
como algo al margen de la propia Iglesia que se concreta en momentos de
desafecto o falta de integración, comunión y colaboración con la vida
parroquial.
Sí sería necesario, como muchos de vosotros habéis señalado en
estos días, que los consiliarios deberíamos realizar alguna catequesis que
ayudara a todos los hermanos a comprender e interiorizar el verdadero sentido
de la estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral. Igualmente, se
debería preparar con esmero este momento culminante. Es injusto exigir la
actitud y acción con la que se ha de proceder en este lugar si previamente no
hemos educado a los hermanos en este momento tan especial y hermoso. Y desde
luego que se puede hacer. He tenido la enorme satisfacción de vivir mis mejores
momentos de las tres estaciones de penitencia de las hermandades del Vía
Crucis, Santa Faz y Perdón en la Santa Iglesia Catedral. El silencio
sobrecogedor de los nazarenos y costaleros, la sencillez y espontaneidad de los
niños postrados ante el Señor y, en todos, la actitud de recogimiento, piedad,
devoción y oración.
Desde aquí, os sigo animando a todos a realizar estación de
penitencia en la Santa Iglesia Catedral.
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