Para la gran mayoría las vacaciones tocan a su fin, otros
sufridores de los rigores del calor cordobés aprovecharán este mes de
septiembre para dar una escapada. No obstante, la actividad vuelve a ser
vertiginosa a partir del lunes, aún queda este fin de semana como bálsamo para
aclimatarse y así no padecer el llamado síndrome posvacacional.
Seguramente que aquellos que hemos disfrutado de un feliz
descanso también deseamos volver al hogar, reencontrarnos con los amigos e
incorporarnos al trabajo que en estos tiempos que corren se abraza de un modo
especial y se valora como un gran tesoro que no podemos perder y que anhelamos
que todos aquellos que se encuentra en desempleo puedan de nuevo recuperar un
puesto allí para el cuál se preparó y cualificó. El trabajo como lugar de
realización profesional y servicio a la
sociedad.
Al inicio de verano os animaba a no descuidarse
espiritualmente, nuestra relación con Dios hay que mimarla en todo tiempo.
Estoy convencido de que todos hemos tenido oportunidad de meditar e
interiorizar la llamada que el Papa Francisco nos hace a anunciar la Buena
Noticia a todas las gentes. Lo ha hecho de formas diferentes y en términos que
a algunos les ha sorprendido como “salir
a la periferia”, a los jóvenes “hacer
ruido” “montar lío”… muchas y
variadas expresiones llenas de colorido y entusiasmo con el único objeto de que
tomemos conciencia de nuestro bautismo y hagamos verdad el mandato del Señor: “Id y haced discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt
28,19)
Por ello, os invito a que renovéis vuestro compromiso como
cristianos y acudáis a vuestras parroquias y os incorporéis decididamente, sin
tibiezas, con radicalidad a trabajar en esta hermosa viña. Para ser testigos
elocuentes y valientes, portadores de esta nueva esperanza, hay que buscar el
encuentro íntimo y constante con el dador de la vida, celebrar con gozo la
pertenencia a la gran familia de los hijos de Dios, formarse en profundidad en los
principios de la fe y ejercitarse en la caridad con todos especialmente con los
más pobres y desvalidos.
Volvemos de vacaciones con muchos propósitos, la mayoría la
de cuidar el cuerpo y contrarrestar los excesos del verano u otra inmensa lista
de superficialidades. Creo que todo es bueno, pero también estoy convencido de
que nos equivocamos si en ese plan de vida o proyecto para los próximos meses
no tenemos en cuenta nuestro ser cristianos. De ahí, que mucho ánimo, nuestra
felicidad será mayor cuanto más nos acerquemos a Dios y vivamos según su
voluntad.
Las vacaciones son una bendición de Dios después de haber trabajado duro durante el año. Pero el problema es que las vacaciones quienes las disfrutan más son quienes durante el año no dan un palo al agua.
ResponderEliminarLlevas razón cuando dices que luego al llegar de nuevo a nuestro entorno hacemos muchas ( Yo diría promesas ) Cristianas para poner en marcha. Pero eso lo hacemos todos los años y aquí estamos igual que los años anteriores. Si hiciésemos algo todos los años el mundo estaría ardiendo de AMOR. No Hacemos nada mas que hablar.............